Por el Dr. Ricardo “Dick” Mercado
Pastor Emérito de
La creencia en la existencia de Dios es prácticamente universal. Aceptar que Dios existe, y que un día el hombre tendrá que dar cuenta a su Creador es un conocimiento intuitivo que Dios ha puesto en el corazón del ser humano.
Dios ha obrado en los hombres para que se “ocupen en él,” habiendo “puesto eternidad en el corazón de ellos” (Eclesiastés 3:10-11).
No es que el ateo disfrute de un intelecto superior o de grandes ventajas académicas. Bien se ha dicho, “No hay peor ciego que el que no quiere ver.” Las más elocuentes e innegables evidencias de la realidad de Dios abundan por todo el vasto universo. El Salmista exclama, “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmos 19:1).
No hay lugar donde no se dejen ver las pisadas divinas. Las montañas con sus innumerables rocas… son los pensamientos de Dios en piedra. Diez mil bellos y fragantes lirios alfombrando los campos… son los pensamientos de Dios en flor. El rocío de una fresca y hermosa mañana… refleja los pensamientos de Dios en perlas. Ah, sí, pero el corazón del incrédulo cubre sus ojos a esas evidencias. ¡No las quiere ver!
Como consecuencia, el apóstol Pablo ha escrito, “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles” (Romanos 1:18-23).
Vale repetirse: solamente un corazón empedernido y entenebrecido por el pecado rehúsa reconocer que el diseño que tan claramente es reflejado en el mundo, exige la existencia de un gran Diseñador. Una creación infinita demanda, a la vez, que haya un Creador infinito.
Los evangélicos fundamentalistas predicamos
El autor humano de un libro no se esfuerza por demostrar su propia existencia; sencillamente escribe su nombre en su libro como el autor, y lanza su libro al mundo. Así también Dios ha escrito su Nombre sobre la primera página de
A lo largo de las siglos los hombres han deseado saber qué clase de ser es Dios. Han dicho, “Muéstranos al Padre, y nos basta.” El ser humano ha querido saber a qué se parece Dios, cómo se siente Dios para con sus criaturas y cuáles son sus atributos.
Alguien ha dicho que
Además, nuestro Señor Jesucristo en su oración intercesora en Juan 17 dijo, “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.”
No se puede enfatizar lo suficiente la importancia de la doctrina de Dios, el conocimiento de Dios, y la experiencia personal de Dios por medio de Cristo, el eterno Dios Hijo venido en carne a este mundo.
En cierta ocasión, un gran expositor expresó estas cosas de esta manera:
El ateo asevera que no hay Dios.
El agnóstico dice que él no puede saber si
hay un Dios o no.
El materialista se jacta de que él no
necesita un Dios.
El necio mundano quisiera que no
hubiera un Dios.
El cristiano responde que él no puede
vivir sin Dios.
Al considerar más ampliamente la doctrina de Dios hacemos bien en enfocar, en primer lugar, en la personalidad de Dios. Dios exhibe siempre características de personalidad. En
El panteísmo mantiene que el universo es la manifestación de la siempre cambiante sustancia universal, la cual según esa enseñanza falsa, es Dios; y por lo tanto, todas las cosas que existen son Dios. “Dios es todo, y todo es Dios.” De esta manera el panteísmo confunde a Dios con la naturaleza, la materia con el espíritu, y al Creador con todo lo que El ha creado.
Al contrario,
A través de sus páginas,
DIOS ES ESPIRITU
San Juan 1:18 dice, “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.” Un comentario en
Hay religiones que insisten que ya que las Escrituras hablan de la mano de Dios, los ojos de Dios, los brazos de Dios, que basado en tales expresiones tenemos que aceptar que Dios es un Hombre Exaltado y que tiene aspectos corporales como nosotros. ¡NO!
DIOS ES TRIUNITARIO
No sería justo dejar el tema de la personalidad de Dios sin mencionar la doctrina bíblica de
Volviendo una vez más a las sublimes palabras de Génesis 1:1, tenemos la palabra que se usa de Dios, Elohim, y que se traduce “Dios” en castellano. “Es un nombre que encierra pluralidad en la unidad, y está formado por El, “poder” o “el que es poderoso”, y Alah, que significa “jurar”, “comprometerse a si mismo por medio de un voto,” e implica, por lo tanto, la idea de fidelidad. La unidad y pluralidad que este nombre involucra se afirma directamente en Génesis 1:26 (pluralidad), y en el versículo 27 de este mismo capítulo (unidad). Véase también Génesis 3:22. Así es que
La verdad de
En la fórmula bautismal (Mateo 28:19) tenemos una de las más claras evidencias de
Fue en el bautismo de nuestro Señor en el Jordán que se dejó conocer la voz del Padre, la obediencia del Hijo, y la manifestación del Espíritu Santo en forma de paloma—una manifestación elocuente de
Sobran indicaciones trinitarias diseminadas por el Antiguo Testamento así como por el Nuevo. Quizá uno de los textos bíblicos citados con mayor frecuencia en nuestras iglesias evangélicas y fundamentales es la hermosa bendición apostólica, con la que muchas veces concluimos nuestros cultos congregacionales, “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros. Amén.” (2 Corintios 13:14). Las tres bendiciones divinas superlativas aquí se unen y se distribuyen por las tres benditas Personas del Dios Trino.
No pocos esfuerzos se han hecho por ilustrar o quizá iluminar en forma limitada, esta profunda verdad de
El hombre, por ejemplo, es un ser triuno, compuesto por espíritu, alma y cuerpo (I Tesalonicenses 5:23). (Sin embargo, no hay tres seres humanos que sean una sola persona.) En la naturaleza, el universo refleja tierra, cielo y mar. La atmósfera está compuesta de luz, aire y calor. La materia misma es sólidos, líquidos y gases. El agua existe como vapor, hielo y líquido. Mi compañera es una sola mujer, pero a la vez, es madre de sus hijos, es hija de mi suegra, y es mi esposa.
Estas son pálidas ilustraciones, sugestivas quizá pero imperfectas, ya que es imposible describir por medio de cosas materiales las más profundas verdades relacionadas con las tres Personas que forman
Haremos bien en sencillamente postrarnos ante nuestro Trino Dios y exclamar con los serafines de Isaías 6, “Santo, Santo, Santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria” (v.3).
Alguien ha dicho, “así como hay un solo Dios, que subsiste en tres Personas, que nosotros siempre seamos hallados dando igual reverencia, amor y obediencia a las tres benditas Personas:
Obedezcamos al Padre así como lo hizo su Hijo Amado (Juan 4:34);
Obedezcamos al Hijo, dándole a Él, el beso de obediencia (Salmos 2:12);
Obedezcamos al Espíritu Santo del cual dependemos (Hechos 5:1-5; 26:19).
LOS ATRIBUTOS DE DIOS
Un limitado estudio de la doctrina de Dios nos da lugar solo para identificar brevemente algunos de los atributos naturales y morales de nuestro Dios. Bien se ha dicho, “Declarar Su Persona y la suma total de Sus atributos, constituiría una definición completa de Dios que el hombre nunca podría esperar realizar.” Sin embargo, podemos citar textos de las Sagradas Escrituras que enfatizan
Además, Dios es Inmutable, lo cual asegura que su la naturaleza nunca puede cambiar. Es imposible que Dios tenga un atributo alguna vez que no lo tenga en otra vez. Dios es el mismo para siempre y eternamente — ¡ayer, y hoy, y por los siglos sempiternos!
Los atributos morales de Dios incluyen su Santidad, cuyo atributo quizá sea aquel que Dios mismo quiere que más asociemos con El.
La idea básica de la palabra “santo” tanto en el Antiguo como el Nuevo Testamento, es separación. Dios es un Ser separado. Primero, Dios es separado de sus criaturas puesto que, como Dios, se encuentra exaltado, muy en alto, por encima de ellas en gloria infinita y trascendente majestad. El profeta Isaías dio énfasis a esto cuando declaró, “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: yo habito en la altura y la santidad…” (Isaías 57:15). La santidad de Dios se asocia con esa posición elevada. Es lo que le aparta sobre toda su ceración (Éxodo 15:11; I Samuel 2:2). Además de ser separado, único e incomparable en su posición de exaltación, Dios es santo en el sentido de ser separado de toda iniquidad e impureza. El Dios tres veces santo no puede pecar, no puede asociarse con pecado alguno, y el profeta Habacuc dice que Dios es tan moralmente santo y puro que ni aun puede mover sus ojos para mirar el pecado (Habacuc 1:13).
Nuestro Dios es santo en lo absoluto. Aborrece el pecado (Levítico 19:2). El es “magnífico en santidad” (Éxodo 15:11). Así como su poder lo hace grandioso, su santidad lo hace glorioso.
La santidad de Dios es el patrón y la norma divina para la conducta de los hijos de Dios. “Sed santos, porque yo soy santo” (I Pedro 1:16). El apóstol Pablo nos exhorta que nos vistamos “del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:24). La disciplina fiel que Dios mantiene sobre sus hijos tiene, como propósito provechoso, que los creyentes “participamos de su santidad” (Hebreos 12:10).
Es notable que este atributo de santidad pertenezca a las tres Personas de
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! Señor Omnipotente,
Siempre el labio mío loores te dará.
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! Te adoro reverente
Dios en tres personas, bendita Trinidad.
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! Por más que estés velado,
E imposible sea tu gloria contemplar,
Santo Tú eres solo, y nada hay a tu lado
En poder perfecto, pureza y caridad.
Reginald Heber (Trad. Por J. B. Cabrera)
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! Un día será el himno de un universo redimido. ¡Señor, apresura aquel bendito día! ¡Y mientras tanto, ayúdanos a vivir y servirte a la luz de tu perfecta santidad y tus múltiples misericordias para con nosotros! Amén.
Muy completas las enseñanzas