Texto Bíblico:
Hechos 1:1-8 “En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, 2hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; 3a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. 4Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. 5Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. 6Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? 7Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; 8pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”
Introducción:
El reino de Dios se establece con la predicación del evangelio y el Espíritu Santo les da el poder para poder hacerlo.
Hechos 2:4 “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.”
Y comenzaron a hablar
Hechos 2:6 “Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua.”
La gente cambia con el poder de la Palabra de Dios.
Es importante el testimonio de quien habla, pero de quien depende el cambio del oyente, es del poder de la Palabra de Dios, el poder del Evangelio.
Hechos 4:1-2 “Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos, 2resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos.”
El diablo quiere que no hablemos del Evangelio, quiere que no hablemos del nombre de Jesucristo, de hecho le agrada que no divulguemos de la salvación que da nuestro Señor Jesús.
Hechos 4:12 “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”
“No podemos dejar de decir”
Hechos 4:18-20 “Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. 19Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; 20porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.”
Debemos hablar con denuedo acerca de la salvación que es por medio de Cristo Jesús.
Hechos 4:29 “Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra,”
El Espíritu Santo nos ayuda a hablar con insistencia, con ganas y con entusiasmo, de cómo el hombre puede ser salvo.
Hechos 4:31 “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.”
Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.
Hechos 5:17-21 “Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos; 18y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública. 19Mas un ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos, dijo: 20Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida. 21Habiendo oído esto, entraron de mañana en el templo, y enseñaban. Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los que estaban con él, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos.”
No debemos tener temor de hablar.
Hechos 5:27-29 “Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, 28diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre. 29Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.”
No pares, todos los días debes de predicar el nombre del Señor Jesucristo.
Hechos 6:7 “Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.”
Habla del Señor Jesucristo, y Dios hará que la iglesia crezca en número; Habla del Señor Jesucristo y aún los hombres más difíciles creerán por el poder del Espíritu Santo.
El Evangelio no tienen barreras.
Hechos 8:4-6 “Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio. 5 Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. 6Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía.”
En todas partes el Evangelio debe de ser anunciado.
Habla de Cristo, de la salvación eterna
Hechos 9:20 “En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios.”
Nosotros necesitamos hablar de Cristo, no porque lo tengamos a Él en nuestros corazones, sino porque Él nos tiene a nosotros.
Hechos 10:34-36 “Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, 35sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia. 36Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos.”
Hechos 11:15 “Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio.”
Tenemos que hablar de Cristo abiertamente y sin impedimentos.
La razón por la cual Dios nos dejó en este mundo es para hablar de Cristo, para hablar de la vida eterna que otorga el Señor Jesucristo.
Para reflexionar:
¿Estás siendo obediente con el mandato que Dios te dio, de ir y predicar el Evangelio? ¿Acaso te da vergüenza que hablen de ti, diciendo que eres un fanático religioso? ¿A quién estás obedeciendo entonces, a Dios o a los hombres?
Ponte a cuentas con Dios.