Texto Bíblico:
2 Corintios 3:6-18 “Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. 11Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece. 12Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza; 13y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido. 14Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. 15Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. 16Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. 17Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. 18Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”
Introducción:
El hombre que está alejado de Dios siempre tendrá de manera figurada, un velo que les impedirá entender las cosas espirituales el cual es quitado tan pronto cuando acepta al Señor Jesucristo como su Salvador.
Ahora ya no hay condenación para ese hombre y una puerta inmensa se abre para que entre al cielo, sin embargo, hay muchas cosas que aún no puede entender, sólo entiende que ahora su nombre está escrito en el libro de la vida.
A dicho hombre se le conoce como un “nuevo creyente” y seguramente habrá muchísimas cosas que no entenderá porque apenas empieza su proceso de conversión, y los que se consideren maduros espiritualmente hablando, no pueden exigirles, sino deben ser pacientes durante ese proceso.
Éxodo 34:31-35 “Entonces Moisés los llamó; y Aarón y todos los príncipes de la congregación volvieron a él, y Moisés les habló. 32Después se acercaron todos los hijos de Israel, a los cuales mandó todo lo que Jehová le había dicho en el monte Sinaí. 33Y cuando acabó Moisés de hablar con ellos, puso un velo sobre su rostro. 34Cuando venía Moisés delante de Jehová para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía; y saliendo, decía a los hijos de Israel lo que le era mandado. 35Y al mirar los hijos de Israel el rostro de Moisés, veían que la piel de su rostro era resplandeciente; y volvía Moisés a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba a hablar con Dios.”
Dios hablaba con Moisés y cuando eso sucedía, el rostro del Moisés resplandecía.
Éxodo 20:18-21 “Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. 19Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos. 20Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis. 21Entonces el pueblo estuvo a lo lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios.”
Solo Moisés disfrutaba de la presencia de Dios, y durante 40 días y 40 noches disfrutó de la presencia de Dios y oyó las instrucciones y leyes que el pueblo debería de llevar a cabo. Al bajar del monte, el rostro de Moisés brillaba.
¡La vida del hombre JAMÁS será igual, cuando Dios le manifieste su presencia!
El rostro brillante de Moisés era una señal que indicaba la comunión íntima con Dios y ponía en evidencia la separación del hombre natural de las cosas de Dios. Así que lo primero que necesita el hombre es: LA SALVACIÓN y después de esto, inicia el proceso de LA CONVERSIÓN y de esta manera, el velo se quitará.
2 Corintios 3:13-16 “Y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido. 14Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. 15Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. 16Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.”
1.- El hombre natural tiene un velo que no le permite entender las cosas espirituales.
1 Corintios 2:14 “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.”
Juan 16:8-11 “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9De pecado, por cuanto no creen en mí; 10de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.”
2.- La conversión empieza, después de que el hombre recibe al Señor Jesucristo como su Salvador personal.
Ese velo se empieza a quitar de manera proporcional a relación estrecha que el nuevo creyente tiene con el Señor Jesucristo.
3.- La conversión es un proceso diferente al de la salvación.
Empieza cuando el hombre recibe al Señor Jesucristo en su corazón, y a partir de ahí, empieza el proceso de conversión. Esta conversión dura toda la vida, día con día el hombre salvo, empieza a convertirse y a mostrar su santificación.
4.- La conversión continúa cuando dejamos voluntariamente que el Señor Jesucristo tome control de nuestra vida.
5.- La conversión continua por el tiempo que pasa con el Señor Jesucristo en oración.
6.- La conversión se hace notoria, y cuando la Palabra de Dios tiene aplicación en la vida del cristiano, es decir cuando obedece la Palabra de Dios.
Mateo 13:15 “Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane.”
7.- La conversión del cristiano termina cuando Dios lo llama a su presencia, es decir, cuando muere.
Para reflexionar:
Analice cómo va con su proceso de conversión.
¿Cuáles son las áreas de su vida que usted debe de cambiar o convertir? ¿Cuánto tiempo de oración está pasando con Dios, que demuestre que su conversión está avanzando? ¿Cuánto tiempo pasa leyendo de la Palabra de Dios? ¿Qué porcentaje de la Palabra de Dios está poniendo por obra en su vida?
Olvídese de evaluar la conversión de otros y concéntrese en su propia conversión.
Póngase a cuentas con Dios.