Texto Bíblico:
1 Tesalonicenses 4:13 “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.”
Introducción:
Debemos de entender que usted y yo estamos de paso, primero porque somos peregrinos.
1 Pedro 2:11 “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma,”
Esto quiere decir que nuestra ciudadanía está en los cielos. Entonces somos extranjeros.
Filipenses 3:20 “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;”
Somos embajadores en nombre de Cristo.
2 Corintios 5:20 “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.”
Representamos un país llamado cielo.
Hay cosas que Dios nos ha encomendado mientras estemos aquí en la tierra, pero las que no podremos hacer en el cielo son:
1.- Perdonar
Mateo 18:31-35 “Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. 32Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. 33¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? 34Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. 35Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.”
La falta de perdón trae como compañeros a la amargura, el resentimiento y la frustración, los cuales nos aprisionan día con día haciéndonos una vida muy difícil de sobrellevar, y las secuelas que dejan en nuestra vida son muy evidentes, y se notarán en el rostro, en nuestra manera de hablar y de relacionarnos.
2.- Diezmar- Ofrendar
Génesis 14:17-20 “Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey. 18Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; 19y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; 20y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo.”
En el cielo no habrá oportunidad de dar monetariamente de lo que Dios nos ha dado, allá no habrá necesidad.
Entonces debemos aprovechar mientras vivamos, el privilegio de darle a Dios, porque Él nos ha dado todo lo que poseemos y es una manera de mostrarle agradecimiento por la abundancia que la derrama en nuestras vidas.
De lo contrario estamos mostrando una vida de desagradecimiento y ese desagradecimiento viene acompañado por sus hermanas, la avaricia y la codicia, las cuales se instalan rápidamente en nuestro corazón.
Génesis 28:22 “Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti.”
Malaquías 3:8-10 “¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. 9Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. 10Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.”
El detener el dar a la obra, no sólo nos muestra como desagradecidos, sino también nos convierte en ladrones. La obediencia al dar a Dios la parte que Él nos pide, nos garantiza a través de sus promesas, bendiciones sobreabundantes en nuestra vida.
Debemos de confiar en que nada nos llevaremos, así que debemos de dar de manera generosa y voluntaria, porque ya hemos recibido con anticipación y con generosidad, ese cielo que el Sr Jesucristo le otorgó a través de su sacrifico en la cruz.
Lucas 6:38 “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.”
3.- Predicar El Evangelio.
Mateo 28:18-20 “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”
Debemos entender tenemos un gran privilegio, que aún a los ángeles fue negado: predicar el Evangelio.
La gran comisión que se nos ha dado va acompañada de su valiosísima ayuda, ya que Dios nos promete que Él estará con nosotros, a través del Espíritu Santo cada vez que estemos presentando el plan de la salvación a todos los pecadores.
Esta grandiosa labor nos debe motivar a querer arrebatar del infierno las almas engañadas por el diablo, arrebatándolas de la condenación.
Dios quiere que roguemos a los hombres, como si el mismo les rogara que se reconcilien con Él.
Hechos 1:8 “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”
En todo lugar hay pecadores, entonces el mandato es ir y predicarles empezando desde mis vecinos, hasta los lugares más alejados. Debemos de orar por nuestros familiares, ya que sería una verdadera tragedia que ellos no estén en el cielo, y que seamos responsables del pecado de la omisión, ya que nunca les hablamos o simplemente dejamos de insistirles.
Conclusión:
Aprovechemos el tiempo que Dios nos permite vivir, mostremos amor para con Dios obedeciendo sus mandamientos; así que hoy es día que decidamos PERDONAR, pidamos a Dios que nos ayude a soltar esas ataduras del resentimiento y que demos un paso hacia el perdón.
Dejemos atrás la avaricia, la desconfianza y la duda y ofrendemos y diezmemos día la obra, como agradecimiento por todo lo que ha recibido de Dios, no desperdicie su tiempo, y piense que la muerte llega cuando menos se lo espera, GANE ALMAS, recuerde que la sangre de muchos que no son salvos les será demandada porque usted nunca les predicó.
Muestre el amor hacia sus semejantes hablándoles de la Salvación en Cristo Jesús, muestre el amor que dice tenerle a Dios a través de la obediencia, predicando las buenas nuevas.
Piense y reflexione:
¿Cuándo empezará?
Ponte a cuentas con Dios.